Conflictos en el trabajo, o en casa, con tu pareja o hijos, y tú estás aguantando la respiración al borde de echarte a gritar o a llorar, y no parar en un mes. Y te dicen, “respira”, “cuenta hasta diez antes de hablar”, “apúntate a yoga, taichi” o “aprende meditación”, “ve a correr que libera”, y un largo etcétera de consejos. Y por más que pones en práctica alguno o todos a la vez, cuando se produce esa situación que te enerva, la bilis sube por tu garganta y por más que tragas saliva, ¡Ay, Dios mío!

¿Por qué? «¡No lo entiendo! yo lo estoy intentando con todas mis fuerzas y no consigo estar bien. ¡es frustrante».

Sí, lo es. Y por si no fuera bastante la cosa no queda ahí. Cuando el tsunami emocional llega, arrasa con todo lo que hay a su alrededor. Entonces, las discusiones o conflictos se vuelven más frecuentes e intensos. Esto genera mucha frustración porque a pesar de tus intentos no consigues que acabe, y desgasta después de semanas, meses, o incluso años.

En definitiva, acabas entrando en un bucle, en el que el estrés hace su aparición, o la ansiedad inclusive. Como es de esperar al cuerpo le pasa factura en forma de contracturas, problemas gástricos incluso articulares, insomnio y un montón de síntomas más. El médico te dice que es emocional y tú, vale, ok, pero qué hago.

Bueno en mi experiencia y conocimiento, todo lo que hagas es perfecto, pero si a pesar de eso, la situación perdura, quizás, solo quizás, sería el momento de invertir toda tu energía, tiempo y dinero en solucionar el origen del problema. Es probable que me digas, Ainhoa ya lo he hecho, pero es que mi hijo/pareja/jefe/trabajo/conflicto “x” siguen igual. Lo he intentado y por más que se lo digo, no cambian.

Terriblemente agotador, lo sé, y por esta razón es deseable que no te desgastes mas y te enfoques en lo que realmente puedes cambiar. Eso no es más ni menos que tú y la parte del problema que va desde ti hacia dentro, “el cómo me afecta a mí”. 

Créeme que es bastante; son todos esos pensamientos, creencias, memorias activas, emociones desbordadas. ¿pero qué te estoy contando verdad? Te cuento que hay esperanza ya que hay mucho que puedes hacer que solo dependa de ti.  Buenas noticias. lejos de necesitar de largas terapias, es posible ponerle solución razonablemente rápido, si escoges el profesional y la metodología correcta.

Como recompensa, obtendrás calma, reducción del rum-rum mental, mejora en tus relaciones, y en tu autoestima.

Seguro que habrás escuchado la famosa frase de, “si cambias, todo cambia” y aunque a veces eso no ocurre de la forma o la medida en la que hubiéramos imaginado, te aseguro que como contrapartida vas a ganar calidad de vida. Bien vale una mirada hacia dentro si puedes dejar de darle vueltas a eso que lleva pesándote por tiempo en tu cabeza. ¡Qué liberador!

Para esto, es importante que conozcas el ciclo natural de las emociones:

PIENSO – SIENTO- ACTÚO- RESULTADO.

Si estás volcado/a en mantener la relación de pareja sea como sea, y/o sientes una dependencia excesiva en tu pareja podrías estar en lo que se define como dependencia emocional. Esto se transforma en comportamientos dañinos para ti mismo/a y, por ende, para la relación, ya que cuando se actúa desde esta premisa, el bienestar del otro está por encima del tuyo y los sentimientos de ansiedad, soledad, tristeza, desánimo, culpa, etc., son más que comunes.

Si bien es cierto que en toda relación hay una vinculación afectiva, en estos casos, dicha vinculación está asociada a una conducta de apego ansioso tendente a satisfacer una necesidad de atención y afecto que va más allá de los límites de una relación saludable.

Esta continua búsqueda del afecto de la pareja retroalimenta el vacío emocional si no se obtiene de la forma o medida esperada.

En cualquier caso, si estás o has estado en una relación y no te estás sintiendo tranquilo/a, no hay hecho objetivo, que justifique prolongar esa desazón. El quid de tu bienestar es cómo te sientes y es a eso, a lo que hay que dar solución.

Te propongo te respondas a estas preguntas con la libre honestidad que te da el anonimato.